ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 105 – Diciembre de 2008

Instituto Universitario ISEDET

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Buenos Aires, Argentina

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Responsable: Álvaro Michelin Salomón


Domingo 21 de Diciembre de 2008, 4º de Adviento

Salmo 89:1 4.19-26; 2 Samuel 7:1-11, 16; Romanos 16:25 27; Lucas 1:26 38 (EEH 33 Y 69)


Sal 89:1-4, 19-26 (2-5, 20-27 Biblia de Jerusalén) Este salmo culmina el Libro 3 del Salterio. Recuerda el pacto de Dios con David para dejarle una descendencia permanente. Alaba a Dios como Creador y también como poderoso a la hora de obrar justicia (sédek) y derecho (mishpat), misericordia (jésed) y verdad (‘émet) (v.14). David fue elegido por Dios, por lo tanto su memoria será actualizada en el futuro gracias a la actuación fuerte del Señor. El exilio de Judá en Babilonia fue experimentado por su pueblo como un menosprecio y la ira de Dios, inclusive como la ruptura del pacto con David (vv.38ss). Pero a lo largo de los vv.1-37 muestra el salmista la contundencia del Dios de Israel en mantener su promesa con fidelidad y volver a mostrar su justicia y misericordia. La memoria de David será re-actualizada en la descendencia del pueblo en la tierra del pacto y las promesas (proyección mesiánica).


Ro 16:25-27 - Alabanza final con términos fundamentales como evangelio (euaggélion), proclamación/predicación (kérygma Iesoú Xristoú), revelación (apokáypsis), misterio (mystérion), manifestar (faneróo), obediencia de la fe (hypakoé písteos), con referencia final a Dios y Jesucristo. La alabanza implica asimismo la certeza del fortalecimiento de los creyentes (v.25).


Lc 1:26-38 (EEH 33 y 69) – Anuncio del nacimiento de Jesús a María. El evangelista Lucas combina los anuncios de nacimientos de Juan y Jesús, incluyendo una visita de María a Elisabet (Isabel). En Lc.1:26-38 el anuncio viene a María, pero en Mt.1:18-25 a José. En la visita a Elisabet, María alaba a Dios con el Magnificat (Lc. 1:46-55). En el anuncio del ángel, Jesús es presentado en continuidad con el trono de David para reinar en un reino sin fin, pues será el Hijo del Altísimo, o Hijo de Dios.


2 Sa 7:1-11, 16 (cf. 1 Cro 17)

Los exegetas han reconocido en 1 Sa la confluencia y combinación histórico-teológica de dos corrientes contrapuestas: la monárquica y la anti-monárquica. La corriente monárquica queda representada en 1 Sa 9; 10:1-16; 11. La corriente antimonárquica, por su parte, se refleja en 1 Sa 8; 10:17-24; 12.

Con respecto al templo, hay asimismo dos versiones histórico-teológicas un tanto diversas entre 2 Sa y 1 Cro.

v. 1 – Bait: casa, templo, y por extensión, dinastía (de David). El rey David tenía su casa pero el Señor aún no. El cofre o arca del pacto había sido recuperado del poder de los filisteos (cap.6; cf. 1 Cro 15--16). David había sido proclamado anteriormente rey sobre Judá (sur) (cap.2) y sobre Israel (norte) (cap.5). David había tomado la ciudad de los jebuseos, Jerusalén, y en ella reinará (5:6-10). Construyó en ella murallas y el palacio real (5:9-12). Es entonces que David vence a los filisteos y recupera el arca del pacto, “…el arca de Dios, sobre la cual era invocado el nombre de Jehová de los ejércitos, que tiene su trono entre los querubines” (6:2).

v. 2 - Después de estos acontecimientos el rey David entiende que es necesario que Yavé tenga su propio templo. El arca del pacto merece estar en un recinto decoroso, así como el rey habita en una mansión de cedro. El arca contenía el Decálogo (Ex 24:12; 25:10-22; Dt 10:1-5), el cual era y es el fundamento de la religión y ética de Israel (Ex 20:1-17; Dt 5:1-21).

David consulta al profeta Natán como consejero frente a tan importante asunto. No da lo mismo tener un templo que no tenerlo, porque, de alguna manera, el templo muestra de manera visible la religión de un pueblo. Y si la construcción es importante y majestuosa, el edificio se convierte en símbolo de poder y reinado. En la historia y teología proporcionadas por el autor de los libros de Crónicas es el propio David el encargado de organizar todos los preparativos para la construcción del templo, la cual finalmente llevará adelante su hijo Salomón (1 Cro 22—29; 2 Cro 2—7).

v. 3 – La respuesta del profeta Natán es tranquilizadora para David: éste debe seguir el deseo de su corazón y tener la certeza de la compañía de Dios.

vv. 4-7 – El juego con los diversos significados de la palabra bayt (casa, templo, dinastía, descendencia) hace posible una fina ironía en este episodio de 2º Sm.7 referido, por un lado, a la futura construcción del templo en Jerusalén, y por otro a la descendencia davídica. En los vv.12-15 hay una referencia al futuro rey Salomón, sin nombrarlo, quien será el encargado de ejecutar el anhelo de su padre David. Después, vv.16ss, continúa la argumentación sobre la descendencia de David, tanto de parte del profeta Natán, portavoz de Yavé (v.16), como del rey David en su alabanza y reconocimiento a Dios (vv.18-29).

En 2 Sa 7:4-7 se ve una línea anti-templo, según la cual no sería necesario que Yavé tuviera su local propio de culto, ya que desde el tiempo de la liberación y salida de Egipto hasta los días de David, el Dios de Israel no contó con una casa estable (dos siglos y medio de historia). Ello se complementa con la ironía y cambio de sentido del término bayt en el v.13, según el cual será el propio Dios quien le edificará una “casa” (dinastía, descendencia) a David. Al deseo constructor de David, Yavé, mediante su profeta Natán, le contrapone la “construcción” de la dinastía monárquica. Hay quien interpreta que esta línea anti-templo quería manifestar la libertad de Yavé y lo inadecuado de querer “fijarlo” en un solo lugar, por más representativo que éste fuera (p.ej. W. Brueggemann).

vv. 8-11 – Aquí Natán le recuerda a David su llamamiento por parte de Dios (1 Sa 16), así como la compañía divina en sus emprendimientos (p.ej. 1 Sa 18). Le promete asimismo la continuidad de la tierra para Israel y la perpetuidad de la memoria histórica de David como rey pionero en la sucesión monárquica.

v. 16 - Esta promesa de permanencia de la dinastía davídica atraviesa los siglos, pasando por el exilio en Babilonia, llegando a Judá con el regreso para la reconstrucción de Jerusalén, de su templo y otras localidades de Judá; se proyecta a través de los tiempos de los imperios persa y griego, y toma fuerza en el tiempo del NT- La promesa de la restauración mesiánica se manifiesta en los salmos (p.ej. Sal 89; 2; 110) y en los profetas (como Is 9:6-7; 11:1-10). Esta esperanza se transforma en el Adviento o espera del Mesías. Y el NT se expresará de innumerables maneras para contar, describir y explicar con narraciones y títulos el significado de la persona de Jesús de Nazaret para hebreos y gentiles, como Mesías y Salvador, como Hijo de Dios y Señor, como descendiente de David y dador del Espíritu Santo.


Hacia la predicación

1.- Se pueden combinar, p.ej., los textos de Lc 1:26-38 y 2 Sa 7:1-11, 16, estableciendo una continuidad histórico-teológica entre el AT y el NT, continuidad que viene centralizada en la persona de Jesús.

2.- También podemos encontrar una veta de predicación en la temática de la oración, a saber, nuestro diálogo con Dios, el cual incluye nuestros deseos y la voluntad de Dios, los cuales no siempre coinciden. David quería construir un templo pero la edificación no la podrá dirigir él personalmente; será un hijo suyo el responsable por llevarla a cabo. Podemos tener planes y buena disposición para ejecutarlos, pero tal vez Dios nos esté indicando (consejeros mediante, como Natán) que debemos reformularlos o no quedarnos a-críticamente con una postura cerrada e inamovible. Ello se puede vincular con nuestras vocaciones personales, o el desarrollo de una tarea concreta, o con una perspectiva de futuro, o con la programación de actividades en la iglesia, o inclusive en el desarrollo de políticas de Estado (una cosa es la formulación de la programación y otra la ejecución misma del plan).

3.- Aunque parezca obvio, lo remarco: la historia bíblica muestra la compañía de Dios a su pueblo a través de los siglos y en los más diversos escenarios geográficos y políticos. El NT bebe de esa fuente y ha asumido que Jesucristo manifiesta la compañía y el poder de Dios también fuera de Israel.

4.- Otra línea interpretativa es la que encontramos en la persona del profeta Natán, como responsable de orientar a su autoridad política desde varias perspectivas, al menos éstas: la histórico-teológica de Israel como Pueblo de Dios; la de la vocación de servicio a la cual fue llamado David para ejercer el reinado; y la perspectiva de futuro, de acuerdo a la memoria permanente de Israel como pueblo gracias al acompañamiento de Dios. Natán viene a ser un símbolo de la actividad profética de la iglesia. Política y teología se unen en un proyecto común pero no de manera acrítica, ni para que se confunda la actividad del rey con la voluntad de Dios, lo cual sería absolutismo monárquico. El proyecto común es, en todo caso, para poner al pueblo y su gobierno en la perspectiva profética y mesiánica de un futuro bendecido por Dios, ¡y bajo el juicio y la justicia de Dios también! (vv.14-15).